Parecio mas una fuga que una salida, la nuestra de Can Tho. Esta vez con rumbo oeste, hacia la isla de Phu Quoc, otrora camboyana, hoy vietnamita, con tensiones bilaterales aun no resueltas.
Creo que fue el viaje en barco mas peligroso que vivi en mi vida, ni el cruce del canal de la mancha me sacudio tanto las tripas como este. Empece a desconfiar cuando percibi que la cabina del aliscafo a la que subimos en el puerto de Rach Gia, a dos horas de Can Tho, estaba dividida en dos habitaculos, el delantero con una pocas plazas (30 o 40) y el trasero, bastante mas grande (130 plazas aprox). El problema no era la division espacial, sino la etnica. Detras estaban todos los vietnamitas (de los cuales ya conocemos su tendon de Aquiles) y delante los 20 forasteros, 6 o 7 australianos, 4 o 5 franceses, un par de alemanes y 4 argentinos, que casualmente eramos nosotros. Igualmente mi teoria comenzo a verificarse cuando un tripulante empezo a pasear por los pasillos ofreciendo bolsitas de naylon negro y pastillas de colores, supuse que Dramamine. A los diez minutos de viaje se termino de confirmar, cuando la trompa del aliscafo se estrello por segunda vez contra el agua y se llevaron en andas, con la cara transparente, a la unica vietnamita que viajaba adelante con nosotros. Hubo gritos de sorpresa, de temor, algun llanto, y algunos momentos de tension durante gran parte del viaje (3:30 horas, mas que cualquier pelicula de terror). Pero siempre hay un final y esta no fue la excepcion a la regla.
La isla es increible, es de esos lugares donde encontras personas que alguna vez dijeron:..." yo cuelgo todo y me pongo un puestito de lo que sea, me vengo a vivir aca"... y lo hizo. Un suizo con un chiringo de comida en el mercado nocturno, un frances con un boliche de ropa canchera y un kiwi administrando una serie de bungalows sobre la playa, faltaba el busca argentino y cantabamos bingo. Como para no querer quedarse....
En muchos casos, no solo vivir aca es un lujo, sino tambien morir.
Nosotros alquilamos dos bungalows sobre el mar que daban mas ganas de estar afuera que adentro, no solo por lo lindo del paisaje sino por lo feo del bungalow. En la foto parece agradable.
Nada de estos hechos lograria opacar el encanto de Phu Quoc. Alquilamos motos durante tres dias seguidos y la recorrimos de punta a punta. Por rutas polvorientas, a veces lluvia y sol intenso, cruzamos puentes de toda indole.
Los caracoles fueron un gran descubrimiento de sabores, aca los hay de todo tipo y los cocinan de diversas maneras, siempre frescos "como recien sacados el agua"
Me olvidaba de los erizos de mar, recien arponeados de entre las rocas, en este caso subidos a un bote, paseando por un pequenio archipielago al sur de Phu Quoc.
Duong Dong es la capital de Phu Quoc, una pequenia ciudad animada enclavada sobre el estuario del rio homonimo que desemboca hacia el oeste, en el golfo de Thailandia. Su principal actividad es la pesca.
No cabe duda que siempre son frescos.
Es imperdible la caminata por sus pequenios pasajes.
Por la tarde cuando el sol empieza a caer las calles reviven del calor sofocante y se animan con las salidas de los colegios.
Pero Vietnam tenia que terminar algun dia dentro de nuestro cronograma y el 27 de Abril, como el vencimiento de nuestra visa acusa, Julian Weich nos obligo a dejar la isla con nuestras mochilas a cuesta y un nuevo objetivo, cruzar la frontera desde Vietnam hacia Camboya.